En Las Islas de Tahiti, cada playa tiene un alma distinta. Algunas brillan bajo una arena blanca que parece flotar sobre el agua; otras esconden arenas negras que cuentan la historia volcánica del lugar y hay incluso playas rosadas, tan suaves y luminosas que parecen pintadas a mano. En conjunto, forman un mosaico natural de belleza infinita.
Más allá de su perfección visual, las playas son una invitación a detenerse. Caminar descalzo, escuchar el ritmo de las olas y sentir el tiempo diluirse en el horizonte.
Matira, la joya de Bora Bora en Las Islas de Tahiti

Matira Beach no solo es una de las playas más fotografiadas de Las Islas de Tahiti, también es una de las más queridas por quienes la conocen. Su franja de arena blanca se extiende por casi dos kilómetros, bordeada por cocoteros que se reflejan sobre una laguna turquesa.
Durante el día, el mar parece un espejo líquido donde los tonos cambian sin aviso: azul cielo, verde esmeralda. Al final de la tarde, los locales llegan con guitarras, los viajeros se sientan a observar y el cielo se convierte en un espectáculo.

Pointe Vénus, historia y arena negra
En la costa noreste de la isla de Tahiti, Pointe Vénus combina naturaleza e historia en un mismo escenario. La arena oscura, formada por la roca volcánica, contrasta con el faro blanco que marca el horizonte. Este lugar fue testigo de antiguos desembarcos y exploraciones, pero hoy es un punto de encuentro para las familias que vienen a nadar, hacer picnic o surfear cuando las olas del norte despiertan.
El agua, profunda y transparente, invita a practicar snorkel en un sendero marino que se extiende mar adentro. Y antes de despedirte, vale la pena recorrer los pequeños puestos de artesanos cerca del estacionamiento: pareos de colores, collares de conchas y sonrisas cálidas que completan la experiencia.
Tetiaroa, un paraíso intacto
Si hay un lugar donde la naturaleza se muestra en su forma más pura, es Tetiaroa. Este atolón parece suspendido entre cielo y mar. La arena es blanca y fina como el polvo de coral; el agua, transparente hasta el fondo. Las aves sobrevuelan y las tortugas marinas nadan sin prisa junto a la orilla.
Caminar por Tetiaroa es una experiencia sensorial: el viento sopla con suavidad, el sol se filtra entre las palmeras y el silencio se convierte en sonido. No hay interferencias, solo la sensación de estar dentro de un paisaje que se cuida a sí mismo.

Vaiava (PK18), el encanto local
En la costa oeste de Tahiti, la isla principal, se encuentra Vaiava, conocida por los locales como PK18, es el lugar donde los tahitianos se reúnen para disfrutar del mar. Su arena blanca brilla bajo el sol y el mar frente a ella es tranquilo.
Las aguas poco profundas son ideales para nadar o flotar sin prisa. Más lejos, el arrecife se convierte en un escenario perfecto para el snorkel. Desde allí se ven peces tropicales y corales que parecen jardines bajo el agua. Por la tarde, el cielo se tiñe de oro y las familias locales comparten comida, risas y la certeza de que no hay mejor plan que quedarse hasta el último rayo de sol.
Temae, la elegancia natural de Moorea
A solo unos minutos en ferry desde Tahiti, Moorea recibe una de las playas más hermosas del archipiélago: Temae. Amplia, abierta y luminosa, se extiende frente a una laguna que parece infinita. Las montañas de la isla, cubiertas de vegetación, crean un fondo majestuoso que completa la escena.














